En lo de Assange hay más allá de
un asilo concedido. Este señor no representa a la Libertad de Expresión,
ni es tampoco adalid de causa alguna que
se le quiere indilgar mediáticamente. Simplemente es un individuo que supo cómo
violar privacidad de comunicaciones reservadas.
El contenido de las mismas y de
cómo ven muchos a los países fuentes de esa información violada, es tema de
esos “muchos” que siguen en la misma canción.
El que haya visto cómo un helicóptero estadounidense disparó a civiles en Afganistán no lo santifica o
excomulga a Assange, así como el juicio de valor que tenga yo de quienes
manejaron esa operación de ataque, tampoco es motivo de esta concesión de
asilo.
La decisión sobre Assange se basa
no tanto por lo que dijo y publicó, es por lo que sabe y no publica todavía. El
sabe cosas de algunos en donde esos algunos saben que él sabe; y que no es
necesario hablarse entre ellos sino que tácitamente el uno sabe del otro lo que
el otro sabe del uno. Suena a juego de
palabras, pero sí, es un juego, donde los intereses del Ecuador están muy por
debajo al costo que implicaría que el mundo sepa lo que todavía no se publica.
Coincido en que fue una torpeza
del gobierno británico en dar esa advertencia, donde atenta nuestro principio
de soberanía y lo que implica la
inviolabilidad de una sede diplomática en cualquier parte del mundo. Reitero, una falla en la declaración
de sus voceros ya que el gobierno británico jamás haría una acción que fuera
serle contraproducente diplomáticamente
en el inmediato futuro. Tan solo mirar el Medio Oriente si avanzara en
esa torpeza…
Como ecuatoriano, y ante
cualquier circunstancia y postura mantengo primero el respeto a nuestra
dignidad y soberanía.
El Ecuador sabe que Gran Bretaña
tiene una posición determinante en este tema, sin embargo debió presentar todos
esos argumentos mal estructurados sobre lo inminente y posibles supuestos, por
el menos indicado vocero que tiene este gobierno, violando principios del
Derecho, en que se debe actuar ante los hechos y acciones inminentes y no sobre
posibles o supuestos, dando juicios de valor sobre sistemas jurídicos de otros
países, cruzando líneas de respeto mutuo,
confundiendo lo político de lo diplomático, y de un refugiado con un
fugitivo.
Nuestro gobierno sabe que no tendrá forma que Assange salga de Londres; es decir
juega el juego: queda bien con Assange esperando que las alabanzas mutuas se
mantengan y se reserve aquellos “digo”,
y no va a insistir más sobre el salvoconducto a Gran Bretaña, dejando nomas ya
la decisión de lo que pasará consigo
mismo por parte de Assange, con el peso del tiempo, hasta que llegue el momento
que este señor vaya hacia las cortes respectivas.
Assange tendrá que manipular con
sus declaraciones a nuestro Gobierno, y este último tendrá que jugar estas
cartas mal repartidas del juego en el que se ha metido a jugar.