El tiempo, despiadado e imparable, avanza sin tregua, hacia adelante, sin marcha atrás. Irremediablemente, somos habitantes de La Tierra por una única vez.
Y mientras los años se acumulan en nuestra espalda, más allá de cualquier reflexión filosófica sobre lo vivido o el lamento por lo omitido —que al final, en el instante presente, resulta ser lo menos relevante— comprendemos que nuestra travesía por esta tierra está limitada al efímero promedio de vida humana.
Es entonces, al despertar a esta conciencia que no todos alcanzamos o alcanzamos siempre, cuando el valor del momento se magnifica. Una sonrisa compartida, la ternura de una caricia, el deleite de un vino, una carrera a pesar del dolor que luego reclame tu cuerpo. Sentir el abrazo del mar en tus brazadas matutinas, o el calor de una llamada que acerca a quienes amamos. El placer de un buen ron deslizándose por la garganta, el aroma del tabaco encendido mientras contemplas el horizonte desde tu terraza, o el brillo de unos ojos que iluminan con su brillo, todo ello hace que valga la pena estar aquí presente.
Hoy, al reencontrarme con la primera página de Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar, en lo que ya es mi quinta lectura en esta vida pasajera, surgieron las líneas que preceden. Creo (y subrayo que es solo mi percepción) que aún estoy lejos de ese momento final del que Adriano reflexiona. Sin embargo, las palabras que dirige a su sucesor, Marco Aurelio, me impactaron profundamente desde que las leí por primera vez en mis veinte años. Con cada nueva lectura, esas líneas se asientan más profundamente en mi mente, ganando significado y claridad con el paso del tiempo.
“…Más que nunca, siento que no es algo abstracto, sino un acontecimiento que se aproxima, con sus particularidades, sus propios límites. Mi cuerpo, este fiel compañero, empieza a abandonarme, y no sin cierto arte en su proceder. Es un extraño y sutil placer observar este desgaste, medir, en este ser de carne que todavía soy, las señales del tiempo y los indicios de un final que ya no es tan lejano."
¡A seguir viviendo!
Ricardo Arenas P.
Galápagos, 30 noviembre 2024.