lunes, 16 de octubre de 2017

La opinion y las marchas

Sin lugar a dudas lo que debemos inculcar y enseñar a la sociedad (a nuestros hijos) es el respeto hacia todos, y que  nadie debe ser discriminado por ningún concepto. Todos  debemos sujetarnos, ser protegidos y sancionados en igualdad de condiciones y en derecho ante la ley, con  sus sistemas de administración y de justicia.

Discutir un tema donde está de por medio la sexualidad, la integridad, y la formación,  no es sencillo, y mucho menos con aquellos  que inclusive movidos por la buena fe mantienen posiciones fundamentadas en un sistema regido por valores “institucionales”, cualquiera sea su índole,  donde prima no necesariamente miedo a estas nuevas definiciones, sino un desconocimiento  de cómo enfrentar realidades de  la sociedad actual y su evolución;  y la confusión de lo que plantea una propuesta de ley, sujeta a mejoras, pero que busca proteger los derechos de todos, y en especial de las mujeres.

Interpretan que esta propuesta  quiere  imponer un cambio de modelo en la educación de nuestros hijos. Eso, no lo consintiera, pero no es la motivación de hacer este nueva ley.
Es definitivo que solo lograremos formar y proteger a nuestros hijos y a la familia  ampliando la información de las diversidades, riesgos y consecuencias  que existen en la naturaleza humana. 

En todo caso, nuestras creencias e inseguridades (que no es lo mismo que principios y valores) se han visto representadas en manifestaciones  reaccionarias  en que se sale a   defender una posición, por cierto válida para algunos y que debería ser respetable para todos y que no las comparto, pero que requiere  por lo menos que quienes la defiendan lean no solo la definición de conceptos  enunciados en ese borrador, sino el objetivo central de esta propuesta de ley que es proteger a todos, con igualdad de derechos, e  indistinto a su identidad y preferencia sexual  en cualquier edad de su vida , de cualquier  violación, discriminación o agresión que pudiera sufrir  cualquier individuo por parte de los demás.

Definitivamente una Ley no cambia la conducta de una sociedad, menos aun la nuestra que tiene raíces profundas e históricas en superioridades equivocadas de un genero sobre el otro,  o a nuestra naturaleza egoísta; pero sí es importante dejar bien sentadas las bases que la mujer  y el hombre son iguales ante la Ley en derechos y deberes, y que tienen igualdad de capacidades para desarrollarse, y a la vez de ser protegidos.  

Corresponde al  Estado buscar la  forma de cómo garantizar estos derechos universales, respetando el rol que las instituciones educativas y la familia que juegan parte en la formación de nuestros hijos, pero lo más importante es que nunca debemos permitir que los más vulnerables sean sometidos por los que no lo son, y que nunca permitamos la discriminación, la falta de tolerancia, y la impunidad contra actos que atenten al prójimo.

Estamos perdiendo las bondades de la lectura, y solo leemos los extractos en las redes sociales  de la opinión de las opiniones de algunos, creyendo en las verdades de los otros, perdiendo nuestra propia capacidad critica para participar o contribuir de mejor manera en la construcción de nuestra sociedad, que es donde nos desarrollamos todos sin exclusión y  con nuestras familias.

Ricardo Arenas
Santa Cruz, 16 de octubre 2017.