sábado, 10 de junio de 2023

Son estos días de junio… siempre el mar y correr.



Son estos días de junio… 

 

Hay una ola del sur que con más impulso golpea la orilla. Viento, pero no por tal deja de hacer calor. El ventilador nos continúa acompañando en las noches. 

 

Pero entre esas exploraciones intensas cuando estoy inmerso en la computadora buscando y creando cómo promover mi negocio, qué hacer más por este lugar tan especial; y entre esa habitual escritura a páginas de yates, capitanes, grupos, ¡brotó entre uno de esos archivos guardados… notas y fotos de Vital Alzar!

 

Tengo tan registrado, allá por 1973 que me llevaban mis padres al pie de Las Peñas en Guayaquil a “ayudar” a estos hombres que construían unas balsas para querer cruzar el Pacifico. Tenía 10 años, jugando entre palos, cuerdas, fango, saltando entre troncos. Creo que lo que menos hacía era ayudar, pero iba absorbiendo esa energía de esos hombres que construían, junto a muchos que ayudaban. En algunas noches él, Vital Alzar, junto a otros, iban a casa de mis padres a conversar, hablar de aventuras, del propósito de todo esto, demostrar que los Huancavilcas pudieron cruzar el Pacifico con sus artes propias de navegación; y que estas balsas no tenían clavos, ni material ajeno a lo natural. Era niño, pero desde la puerta de mi habitación escuchaba todo eso, y mi mente volaba. No recuerdo exactamente qué más decían, pero sí sentía la vehemencia de cómo lo decían. No sabía que era “determinación en ese entonces”, pero me gustaba saber que era una gran aventura que iban hacer. Zarparon aquel mayo de ese 73 y le regalaron a mi hermano mayor un afiche autografiado por los tres capitanes, que lo teníamos pegado en una puerta dentro de nuestra habitación. Pintado por Dali, una balsa impulsada por un viento personificado, que soplaba su vela.  De ahí, todos los días pendiente del diario esperando la noticia de cuándo llegaban a Australia, y leer en su momento el relato de esa llegada y del viaje.

 

Si quieres hacer algo extraordinario, algo diferente, debes poner todo tu corazón en ello. No tengo miedo de las críticas o de las personas que dicen que lo que estoy haciendo es imposible. Estamos haciendo algo que a todos les gustaría hacer. Esa es la mayor satisfacción del mundo, tener una idea y convertirla en realidad”. Vital Alzar.

 

Lo leí ya en su libro muchísimos años después: “Las Balsas, porqué imposible”.

No soy marinero, pero soy del mar. Desde pequeño así mis padres me hicieron sentir. Pasé las vacaciones de mi infancia y adolescencia, como muchos de mi generación, horas y horas dentro del mar. 

 

Pero por esas cosas… ¡avatares!  La vida me trajo a Galápagos.  

 

Vivo del mar. Lo veo todos los días al empezarlos, y me arrulla al terminarlos. Mi mujer vive sobre él.   En marzo del 2012, pasaron por Galápagos 6 “vakas” (balsas polinésicas) con gente de Fiji, Samoa, Tonga, Marquesas y Nueva Zelandia. Iban, al igual que Alzar, con un mensaje de paz, uniendo gentes, mares. Conversar y compartir con ellos fue una experiencia especial. Los compartimos con mi familia. En esa ocasión, me permitieron navegar con ellos un corto tramo de Santa Cruz a Isabela en una de aquellas balsas, de troncos, a pura vela, no más allá de 3 nudos. Pensé en Alzar, y me imaginé su aventura. “El humano puede vivir de los elementos, con inteligencia y con su fe”, otra línea de Alzar en uno de sus libros. 

 

No siempre la vida de uno como la de cualquiera es simple, pero es el sentido que le das a ella lo que determina cómo la quieres vivir, buscando o creando siempre en todo, una aventura, un reto, una motivación.  He nadado largas distancias, muchas en mi isla como en otros lugares del mundo. Sentir el mar mientras lo abrazas y compartir su fuerza y a la vez lo agradable que te hace sentir, llena el alma ¡El mar expresa la vida en la tierra! Entiendes que todo es movimiento, y ves que ahí están las respuestas de la vida, que no necesariamente sabemos bien cómo preguntarlas. 

 

Hace 5 años tuve la oportunidad de navegar en un velero desde Galápagos hasta Nuko Hiva. 3400 millas. Quizás una de las experiencias que más han calado mi espíritu. 

 

Imaginé en ese gran tramo los mismos mares que navegó Alzar hace 50 años. Que vimos los mismos horizontes, atardeceres, y que sentimos iguales al engrandarse las olas, mientras esos mismos vientos hinchaban esas diferentes velas. Si bien es cierto este velero en el que navegué era más moderno, mi mente estaba en esas balsas, con él, con “Modena”, con “Ramírez” (los otros dos capitanes de las tres balsas de su aventura de 1973); con esas tardes de mis padres en las Peñas, acompañándolos en su construcción; y veía en la vela del mío, aquel dibujo que en mi niñez adornaba la pared del closet de mi habitación.

 

No sé todavía qué es estar sereno, como para decir que entro a esta etapa de mi vida con más serenidad. Sigo buscando aventuras. De todos los deportes que he realizado en mi vida, me he inclinado por correr. Y es así, que envuelto en ese espíritu de hacer “algo diferente”, ¡pero en darle un sentido, un propósito, una aventura!  correré una maratón, allá en esa ciudad luz en abril 2024, en Paris. Y lo haré por el océano, por querer aportar en su cuidado. Solo estudiándolo más, y actuando con mejores conductas hacia él podemos tener más océano por más largo tiempo.

 

Los miles de pasos que hago y haré entre arena, asfalto y sudor que significa todo esto, es mi aventura actual, es el propósito que junto a ese mensaje de Alzar que caló en mi niñez, es lo que quiero compartir con todos, e invitarlos a sumarse en él.

 

Pronto les diré cómo…

 

Ricardo Arenas

Galápagos, 10 de junio 2023