miércoles, 28 de abril de 2021

Lineas de otro abril, 2021

 

Me mueve un par de proyectos nuevos. Me levanto con esa ilusión, pero inicio el día con la rigurosa determinación de salir a correr; aquel hábito que aun sintiendo en mí cuerpo el paso de los años, se compensa con la satisfacción y el placer de haberlo hecho al final de la misma, y en seguir impulsándome a una carrera más para el día siguiente.

 

Vivo en estas islas que renacen lentamente, cual hubieran sido azotadas por una pandemia.  ¡Irónico!… pues si lo fueron.

 

 Se levantan poco a poco, quizás yo con nostalgia de muchos que no están ahora, pero al sentir esa fuerza de las olas que se estrellan en mi orilla todos los días, compensa cualquier carencia ante la riqueza que esa energía genera, hinchando de fuerza serena mi alma. Qué oportunidad más grande que la vida nos ha dado, fortaleciendo nuestro interior, ¡al simplificar nuestro exterior!

 

Es ahora cada vez más, que debo salir a correr solo. El reto es ahora más conmigo mismo, y ajustarme a mi propio ritmo.  Tocará disfrutar más la compañía de la buena música, sin desconectarme de los sonidos que los amaneceres me brindan. Y mientras pensaba sobre esta decisión “de corredor” que he tomado, recordé unas líneas de uno de mis libros favoritos que he leído en diferentes etapas de mi vida, Las Memorias de Adriano de Margarite de Yourcenar: «Mínima alma mía, tierna y flotante, huésped y compañera de mi cuerpo, descenderás a esos parajes pálidos, rígidos y desnudos, donde habrás de renunciar a los juegos de antaño. Todavía un instante miremos juntos las riberas familiares, los objetos que sin duda no volveremos a ver… Tratemos de entrar en la muerte con los ojos abiertos…».”

 

Mi familia en estos días está en el continente, pero siempre presentes en mi interior. Quizás esa ausencia física haya sido la motivación necesaria para sentarme frente a este teclado y expresarme en estas líneas. 

 

Es inexpugnable el paso del tiempo. Pero por otro lado es un privilegio la vida que tengo. Noches de cielos estrellados, mirados con seres amados o tan solo al alzar la vista en mis caminatas solitarias. Animales surcando el mar al tan solo observar la orilla, o en mi mirar diario de la Isla Santa Fe me confirma que soy isleño, pero con conciencia en saber que mi mente no debe serla. O cuando siento el viento que acaricia mi rostro, sea corriendo, o cuando me toca moverme de un lado a otro. O el hecho de trabajar, fruto de haber explorado mis posibilidades de haber creado algo, siempre convencido en mi amor propio, aun habiendo tenido carencias, fracasos, éxitos, urgencias, pero siempre amando y siendo amado, no me queda más que agradecer. 

 

Hay mucho que hacer, pero el tiempo me ha enseñado también, a más de disfrutar cada vez más el vino, el café o un buen trago como un buen libro, que, siendo más gentil, más simple, más agradecido, es lo que te da un mejor sentido a la vida.

 

Ricardo Arenas,

Santa Cruz, 28 de abril 2021