sábado, 1 de septiembre de 2018

Unos recuerdos...

Sí, son tiempos diferentes!

Leyendo un articulo de Fernando Savater el otro día en Facebook, habla sobre los libros que no debemos dejar de leer, y menciona “Moby Dick” de Herman Melville.

Y comienzo a pensar si está entre mis libros leídos, pero en cascada precipitada se me vienen recuerdos de  mi niñez! tan simple, sencilla  pero profunda con mis padres y hermanos. En aquellos paseos de camping en una playa escondida entre Ayangue y Portete, donde quedábamos por semanas, en que la diversión era bañarte en el mar, estar en el mar, comer, seguir en el mar, y leer. 

 Al pie de la fogata que todas las noches encendíamos estábamos alrededor y junto a mi madre, contando las estrellas del cielo, cantando, oyendo historias, y entre todo eso  recreando en mi mente tantas aventuras leídas que tanto en el mismo paseo, como en los días ordinarios de mi vida leía.   La Isla del Tesoro de Robert L. Stevenson…cómo no soñar en eso! o Robinson Crusoe de Daniel Darfoe, que habré leído no menos de 3 veces; o qué decir del Conde de Montecristo, y sin lugar a dudas Los Tres Mosqueteros de Alejandro Dumas.  No podía dejar de soñar y  leer todos los libros de Julio Verne, desde Miguel Strogof, hasta Viaje al Centro de la Tierra y tantas y tantas leguas recorridas al fondo del mar con el Capitán Nemo;  y también mis lagrimas derramadas con David Copperfield de Charles Dickens, con más y más libros de este autor leído.  

De niño estaba en casa, pero mi mente estaba en aquel río con Huckleberry Finn, de Mark Twain.  No habré llegado a los once años y mi padre me hizo leer las biografías de Simón Bolívar, Abraham Lincoln y Napoleón Bonaparte, quizás para que esté más aterrizado.

Mi niñez… era en la felicidad de esas galletas que mi padre llevaba en esas latas de La Universal, o correr a la tienda de la esquina a comprar un caramelo, o un trompo  que mi hermano me enseñó hacerlo bailar; hacer futbolines de clavos y tapillas. Ver televisión… solo era desde el viernes en la tarde hasta el domingo en la tarde, para “estar fresco para la escuela del día siguiente”. Quizás mi programa favorito, Los Viajes de Jacques Costeau, donde creo que contribuyó un poco en mi alma errante.  
El sábado! cebiche de camarones, spagetti y ensalada de fruta, el día mas esperado; así como el inmenso gusto del arroz con huevo frito cuando tocaba en la semana. 

No creo que haya tiempo mejores, son nuevos tiempos. 

Tenemos hijos, han crecido, y sus remembranzas serán las de ellos mismos. La era digital es una realidad, ellos nacieron ahí; nosotros… como muy bien me explicó una querida amiga, somos unos migrantes en esta era, que debemos tener la inmensa capacidad de aceptar, adaptarnos, pero jamás dejar de trabajar en lo nuestro, en lo esencial, en lo interior, en fortalecer lo más bello y que será lo único que nos defenderá siempre del exterior…nuestra alma.

Creo en la lectura.

Septiembre 1, 2018