domingo, 8 de abril de 2018

Tortuga Bay

Han pasado meses que no expreso momentos de correr, nadar,  caminar, o tan solo cuando  me siento con los míos en la terraza de nuestra casa,  y siento la naturaleza que cubre mis sentidos. 

Lo tengo  a “flor de piel”! habiendo regresado de correr de Tortuga Bay. 

Mi respiración más agitada, algo de dolor en un talón, pero sigo disfrutando...dejando mi sudor pisada tras pisada. Pero que ante aquel sendero rodeado de cactus y palos santos, con un sol que abrasa quemando tu piel, no es nada ante aquel camino  que desemboca en la majestuosidad imponente de aquella playa.   Siento la misma emoción desde hace 33 años.  

Las fragatas posadas sobre el mangle entre las dos playas, no dejando esa exclusividad solo a los pelicanos; mientras abajo aves orilleras caminando apresuradas en la arena, y esas  iguanas imperturbables manteniéndose en su lugar.  
El mar con su color  verde, moviéndose intensamente, cambiando sus tonos, con el viento viniendo del Oeste, que hacia planear aquellos piqueros enmascarados que de fondo ese azul del cielo manchado de blanco por las nubes en sus lados, caían en picada en busca de peces.   Uno bajo el agua, viendo los tiburones jóvenes, curiosos, pero nerviosos, indicándote…este es mi lugar, esto es mío.
  
Y cuando sales de esa posa mirando más arriba del manglar ves, que aun siendo cerca del mediodía todavía una luna menguante se destaca en ese cielo…tan solo te queda agradecer que tienes este sagrado lugar que no es una playa cualquiera, es mi templo, lugar donde encuentro, más allá de lo que simplemente se ve....

Ricardo Arenas P.
Puerto Ayora (Tortuga Bay ), 8 Abril, 2018

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