martes, 22 de noviembre de 2011

Una certeza

Una certeza.

Despertarme en la mañana y no sentirte…
y no escuchar tu voz  que encienda mi día,
es el canto del silencio que marca tu ausencia.

¡Cuánto extraño tu ser,
tus curvas, tus ojos… 
tu sonrisa!

Y lo mismo cada noche…
en que no tengo  tu olor que llevo en mis sentidos,
o no agarre tus manos, aquellas que aprieto con la fuerza de mi amor;
y al tratar de abrazarte para sentir  nuestros  cuerpos que se confundan
y, al no hacerlo… sé  que es porque estás navegando...

En ese mar, de aguas profundas en donde encuentras la savia intensa de tu carácter,
y en donde tus ojos del color de ese impetuoso  océano
 refleja  suavemente tu encanto y belleza.

Quizás el viento frio que está  llegando con más fuerza,
y que escuche el golpe de las olas al reventar,
hacen que afloren  en mi estas líneas…
cual flechas lanzadas desde mi mente y corazón,
para  expresarte -que siempre serás en mi
la eterna  y dulce  irreverente joven,
así como la sensual  vehemente y real mujer que  crece en ti.
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Trotando ya en la salida de mi juventud
pero entrando a paso firme en el camino de mi madurez,
en que la fortaleza de mi alma y el caudal de mi ser,
 impulsan la energía de mi cuerpo ...hacia esa  bahía,
cual barco impulsado con velas hinchadas  de pasión
que su único rumbo que lleva hacia el horizonte
…es la serena  certeza de mi amor por ti.

Que sé,
cual estrellas que salen en aquellas noches oscuras
que siempre te amaré 
cual infinitas olas que vienen y van.

Y en un beso que sea largo como tu mirada…
llevarlo como caricia suave en tus noches de ausencia,
 para tan solo decirte… que te quiero con el alma.

Ricardo
Santa Cruz, domingo 5 de Julio 2010; 00h00.

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