Justo al terminar de correr hoy y mientras conversaba rápidamente con un biólogo sobre el calentamiento global, las corrientes marinas, las especies y otros temas, me di cuenta de algo mientras defendía "mi discurso", aquel de que "somos solo un pequeño instante en la inmensidad del largo momento de la vida; nuestros 80 o 90 años de vida son insignificantes ante los millones de años de existencia que nos preceden y que continuarán después de nosotros”.
Y aquí me enfrento a mi propia realidad: mi tiempo restante es el recurso o capital más preciado y valioso que tengo en este instante. No es lo que he forjado con esfuerzo y trabajo en los años previos, ni la satisfacción que siento al buscar la felicidad para mis hijos, sin importar dónde estén en el planeta. No, son estos 20 o 30 años que me quedan, y qué hago con ellos y cómo los vivo. Eso es todo.
Estiré, caminé hacia la casa, y mi mente se aclaró brutalmente: solo nos queda la opción de aprovechar al máximo los instantes que tenemos. Todo lo demás tiene un valor relativo.
¡Cosas de correr!
Galápagos, 7 de agosto 2024.
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